Sangre amazónica sobre los negocios de García / video: "ayudennos a defender la vida".

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Sangre amazónica sobre los negocios de García

Roberto Aguilar Valera 06/05/09

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Coincido con lo escrito por Alberto Adrianzén hoy en la República[1], la lucha de los pueblos amazónicos es contra el modelo económico privatizador beneficiario de una privilegiada elite y contra una democracia privatizada a favor de la misma.

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Hay que señalar que el rechazo a la explotación de recursos por intereses privados no porta cargas ideológicas antojadizas. Muchas resistencias a la iniciativa de las trasnacionales se originan en la desconfianza que en estos pueblos despierta la autoridad estatal. Que el gobierno –que aparece casi como un promotor a sueldo de la empresa privada- ponga las manos al fuego por la conciencia ecológica y la responsabilidad ambiental de la empresa privada, suma aún más factores de rechazo ante un cúmulo de realidades que nos aleccionan de lo contrario: los grandes capitales no poseen por si solos conciencia ecológica alguna. Más aún cuando el capital en este sector de la economía – dándose la mano con la corrupción e ineficacia estatal- evade de las maneras más arteras, en su lógica de maximizar sus ganancias, sus compromisos con el cuidado del medio ambiente hasta donde les sea posible. Corregir estas “evasiones” con posterioridad, sea por la razón o por la fuerza, puede resultar fatal para los frágiles ecosistemas selváticos, pues los daños producidos pueden resultar irreparables. La experiencia de esta realidad es la que moviliza a los pueblos amazónicos y no Evo Morales.

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El Estado para estas comunidades es un ente casi desconocido, en el mejor de los casos. Como ha sucedido en muchos lugares del país (desde los conos de la misma Lima hasta en la zona afectada por el terremoto de Pisco), el papel del Estado como factor de desarrollo ha sido más bien mezquino cuando no ha practicado una fuerte manipulación populista.

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El Presidente Alan García, sus ministros y sus congresistas – todos con las manos rojas de sangre y en frente común con la paleoderecha alineada contra la amazonía - han acusado a los nativos de oponerse al progreso bajo influencia de “oscuros poderes extranjeros”. Otra vez se manipula la información con denuncias que nunca se van a demostrar, intentando satanizar la protesta ligándola con Hugo Chávez y una izquierda financiada para crear el caos. Lo que me parece más grave es que se crea que se va a llevar la civilización a un grupo de hombres con atuendos graciosos –porque su estética no se parece a la nuestra (occidentalizada) - que vagan semidesnudos como adanes, que no comen ceviche y no toma Inka Kola, y que deciden comunicarse en su propio idioma (¡por dios que ya es malo no hablar el inglés, no hablar el español es doble malo!). En suma, menores de edad que no saben lo bueno que es el capitalismo que hoy vivimos y de la bien que la estamos pasando. Estos mitos son adoptados -por ignorancia- por muchos de los que habitan en centros hegemónicos, aquí se manifiesta como propia de una forma de estupidez capitalina. Que los funcionarios estatales y la empresa privada se crean legítimos portadores y monopolizadores del progreso es una idea aún más peligrosa. Evidencia clara de una descomposición intelectual de quienes componen lo que se ha dado a llamar “clase política”. A través de aquello, el Estado cree legítimo imponer una forma de vivir a quienes reconoce como inferiores culturales, como “analfabetos no poseedores del conocimiento”; y la empresa privada cree legítimo -en nombre de la siempre santa idea del mercado- justificar los medios por el fin. Olvida esta concepción totalitaria que el progreso sólo puede expresarse como una mejora en la calidad de vida de los pueblos amazónicos y aquella sólo pueden definirla -en el papel y los hechos- estos pueblos. Es mejor que estos integren al mercado desde sus propias cosmovisiones que el mercado los despoje de sus identidades integrándolos para convertirlos en explotados y consumidores, en imitaciones periféricas con identidades anémicas y de oropel, como las que abundan en la capital.

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Graves problemas como el Cambio Climático y los planteados por la Ecología se han vuelto urgencias imposibles de asimilar por la “clase política”. Antonio Brack Eeg fue incorporado como un accesorio por un gobierno que –fiel a la herencia fujimorista y con infaltable apoyo de la Gran Prensa- resuelve estos problemas en el plano del espectáculo: gestos televisados, falseamiento de cifras, bravuconadas sobreactuadas. ¿Problemas ambientales? ¡Hay que adquirir un ecologista! Conclusión: los problemas con el Medio Ambiente se solucionaron en este gobierno. Mentalidades abogadiles que hacen política para el público en las pantallas de televisión y en las portadas de “El Comercio”.

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El gobierno justifica el derramamiento de sangre de peruanos arguyendo el cumplimiento de la voluntad de 28 millones de peruanos contra unos cuantos cientos de miles de “malos peruanos”. Lo expresó claramente Yehude Simons ayer, 5 de junio. Lo que primero debiera hacer este señor es enjuagarse la probóscide que tiene por boca. Desde acá deslindo, ese señor no me representa, tampoco este gobierno. Creo, como millones de peruanos, que los asesinatos provocados por el gobierno aprista y sus operadores acomodadizos son plena y absoluta responsabilidad de este y de su bancada congresal. Simons intenta hacer la culpa colectiva, a nivel nacional – como lo hacen trasnacionales como Doe Run con respecto a la contaminación ambiental – apelando a un viejo mito de nuestra autoritaria democracia: los gobernantes expresan y son depositarios del pensar y sentimiento peruanos. Así, toda acción del gobierno es la voluntad de los ciudadanos. Es decir que el voto los faculta a decidir por nosotros, a disparar por nosotros, a asesinar por nosotros, a fusilar en nuestro nombre. Esta es una manipulación ideológica que se sostiene en una constitución anacrónica. Alan García no ganó las elecciones porque la mitad de los peruanos se sentían representados por él, mucho menos por su programa político-econó mico que sólo fue una treta electoral. Motivos ideológicos como estos, comúnmente esconden lo que no se quiere revelar, en este caso es la plena coincidencia de intereses económicos entre el gran capital y el poder político en la venta de la amazonía. Más que las ansias de realización de la modernidad, se encuentran las de realización individual del presidente Alan García y su entorno de cortesanos. El fin supremo, el que asoma después de caídos todos los ropajes ideológicos, es el del dinero. Nada costaba dialogar el decreto 1090 después de haberlo derogado. Pero ni policías, ni civiles muertos son obstáculos suficientes para detener la marcha de los compromisos y de los negocios arreglados al estilo de los narrados en los Petroaudios y que se presentan después, en el teatro para los ciudadanos, como políticas de interés nacional. Los buitres del fujimorismo estarán frotándose las manos porque ya tienen algo con que negociar.

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Finalmente, creo que tanto como el modelo de economía implantado, el modelo político ha entrado en crisis terminal, especialmente la gobernabilidad. No se puede gobernar más el país como se ha hecho hasta ahora, y no es esta una condena ética. Tanto el modelo de democracia actual como los sujetos que la sostienen están siendo largamente superados por las circunstancias, por viejos y nuevos problemas. La derecha peruana, con sus pintorescos personajes – desde García hasta Lourdes Flores - no tiene nada más que ofrecer. El proyecto neoliberal inaugurado con Fujimori se ha agotado y por eso han tenido que empuñar con más frecuencia el fusil y el garrote. Lamentablemente, estos escenarios críticos no siempre desembocan en escenarios democráticos, la posibilidad de intensificar el fascismo está latente. Revertir esta situación y orientarla hacia caminos democráticos esta en las manos de la ciudadanía y en como esta pueda hacer realidad sus propias alternativas de vida.

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[1] Alberto Adrianzén M. “En la selva sí hay estrellas” - Sáb, 06/06/2009 - LA REPUBLICA