Alan baba y sus monsergas. Si por él fuera, como digno presidente de una república bananera, nombraría a su hijo Alan Simón como presidente de la FPF. La prensa arrastrada aplaudiría a más no poder. Pero la FIFA, sabedora de cada régimen fascista y de cada pseudo democrácia que no dudaría en utilizar el fútbol para reditos políticos, ideó esta fórmula, democrática por cierto, que sanciona y suspende de toda actividad FIFA cuando los gobiernos se entrometen en lo que no deben.
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