lunes, 15 de octubre de 2007

Leonardo Aguirre: “Se quejan los que no tienen talento”, en el mundillo literario


“Se quejan los que no tienen talento” / la república
Un reciente artículo de Leonardo Aguirre ha levantado polvareda en el mundillo literario. En él, el crítico emite su juicio sobre las recientes antologías narrativas (Disidentes, Nacidos para perder, Selección Peruana 2 y Copé) provocando algunos ardores y picazones. El polémico Aguirre explica y defiende aquí el balance que hace del panorama actual de nuestra narrativa.
Por: Raúl A. Mendoza C.Fotos: Claudia Alva

–Has hecho algunos reparos a las cuatro últimas antologías narrativas...
–El problema de Selección Peruana 2 no es tanto el contenido sino el empaque. Es decir: la portada, la contratapa y el prólogo, que te venden gato por liebre. No es una antología de narrativa última. Es un sancochado donde caben, a la fuerza, viejos narradores y viejos cronistas. Y los jóvenes incluidos ya gozan de suficiente atención mediática (hay tres que juegan en otras ligas) como para pegarla de ‘Jotitas’. Luego, Nacimos para perder tampoco es un muestrario de nuevos narradores. Por eso, los mejores cuentos del libro provienen de narradores trajinados como Güich e Iwasaki. Ahora bien, es necesario decir que el compilador no nos propone juventud ni novedad; y, según el título, ni siquiera pretende ganarle a nadie. Pero fueron sus (gratuitos) portavoces quienes caldearon el ambiente y entonces inventaron una rivalidad con Disidentes. En tercer lugar, aun con los defectos ya anotados por otros reseñistas (atribuidos al prólogo y no a los prologados), Disidentes es la más completa y sólida de las tres antologías. Y sobre todo, es lo que dice ser: una muestra de la nueva narrativa peruana. Muy aparte de la calidad de los relatos, el mayor mérito del libro viene a ser documental: una fotografía del momento, a todo color y sin photoshop. Finalmente, la antología del Copé tiene la virtud de descubrir nuevos narradores que tranquilamente podrían engordar las nóminas ya citadas, pero, como dije en la reseña, no coincido con el escalafón. Hay varios cuentos hechos expresamente para concursar y halagar al jurado: impecables, cómo no, pero sin nervio ni riesgo.
–¿Hay excluidos ilustres en Disidentes? Incluso sostienes que tres cuentos salen sobrando...
–De algún modo, ya lo dije en el remate de esa misma reseña: para mi gusto, faltan Carlos Gallardo, Ernesto Carlín y Santiago del Prado. Por otro lado, te diré que quien más se quejó por la exclusión de Disidentes (y por esa reseña donde recordé sus quejas) no merece estar en ninguna antología. No tiene ninguna virtud como escritor y le haría un favor si mencionara su nombre. Con respecto a las sobras, tampoco sería muy elegante hacer alguna precisión.
–Como suele suceder en las antologías, circulan acusaciones de injusticias, omisiones y mezquindades...
–Claro, todo eso circula en la blogósfera, que es el sucedáneo de una cantina o, peor, el baño de una cantina. Y nadie se atreve a firmar esas acusaciones: por falta de cojones y falta de pruebas. O sea, rocones. Lo de siempre: blorreguitos berreando y berreando en contra de quienes levantaron la cabeza por encima del rebaño. Dispuestos a convertir en una oveja negra a cualquiera que se haya atrevido a publicar. Y, sobre todo, cómo no, los excluidos berrean más fuerte. Además, no sé por qué se sorprenden. Ya se sabe que, por un lado, todas las compilaciones responden al personalísimo criterio del compilador; y, por otro, ninguna es el resultado de convocatorias abiertas o concursos públicos. Así que siempre habrá omisiones (siempre habrá lloriqueos). Pero hablar de injusticia o mezquindad ya me parece muy irresponsable. No participé en la confección de las listas, así que no tengo idea de lo que pasó en la cocina. Y tampoco me importa. Sólo me fijo en el plato que me sirven. Si me gusta, lo digo, y si no, también. Y cuando hago una reseña, no me pongo a pensar en los sentimientos del cocinero.
–Tantas antologías sugieren un boom. No recuerdo en los 90 algo igual...
–Yo tampoco. Es indudable: hay un fenómeno. Y la aparición de nuevos narradores va de la mano con la aparición de nuevas editoriales. Además, como nunca antes, la prensa cultural está mirando más allá de sus narices; o sea, más allá de las grandes editoriales. Digamos que hace diez años, por ejemplo, un reseñista sólo tenía que escoger entre los tres o cuatro consagrados de turno; hoy, la ópera prima de un perfecto desconocido tiene muchas más posibilidades de figurar en los diarios. Tampoco hay manera de saber si, de aquí a diez años, todos seguirán (seguiremos) publicando. Pero en este preciso instante, hay una suerte de efervescencia. Y lo digo con fervor. Usando el argot evangélico, estamos presenciando un "avivamiento".

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