Gilles Lipovetsky en Aristegui - cnn
Posmodernidad?
entrevista con el filósofo francés Gilles Lipovetsky (extraido de 2milenio.com)
Aunque en los anuncios de su conferencia en Monterrey se presentaba a Gilles Lipovetsky como “el profeta de la posmodernidad”, el prestigioso filósofo francés ha resultado ser una verdadera caja de Pandora. Desenfunda, se sacude el calificativo y cuestiona frontalmente el concepto de posmodernidad.
Lipovetsky dice que está convencido de la modernidad no ha muerto y explica que estamos viviendo una nueva etapa del mismo período histórico.
Un día después de presentarse ante un foro repleto de estudiantes y maestros del ITESM, Lipovetsky asienta en la mesa de un hotel, sin pensarlo dos veces: “soy filósofo y soy sociólogo, pero la verdad es que eso no importa demasiado, ya que no me ciño a los marcos de lo académico”.
Nos hallamos ante uno de los pensadores franceses más inquietantes de las últimas décadas, autor de La era del vacío, El crepúsculo del deber y El lujo eterno.
Lipovetsky estuvo en Monterrey, participó en las actividades de la Cátedra Alfonso Reyes y llegó hasta nosotros en el afán de analizar el hiperconsumo y las nuevas crisis sociales, en la voluntad de descubrir los nuevos encantamientos y de preguntarnos si estamos viviendo la época de la felicidad de masas.
Con su carga de cuestionamientos y una perspectiva crítica de gran alcance, Lipovetsky anuncia en las páginas de sus libros el arribo del hiperconsumo, una senda plagada de promesas de bienestar e incitaciones al narcisismo colectivo.
Lipovetsky destaca en el plano internacional gracias al análisis de los nuevos símbolos y valores, caracterizando las claves ideológicas de la nueva sociedad, sustentada en la estimulación de los procesos de personalización.
Las visiones del filósofo nos acercan a la posibilidad de entender la experiencia del mundo de hoy. Pensar los horizontes del mundo actual desde la óptica del hiperconsumo y la hipermodernidad es la propuesta con la que Gilles Lipovetsky discurrió en los espacios del Centro Estudiantil del ITESM. Así, ante una masa inquieta y diversa, el también maestro de la Universidad de Grenoble planteó que la cuestión de la hipermodernidad habrá de ser pensada como una forma que viene a continuar la ruta de la modernidad, empujando hacia una versión radical de la sociedad capitalista.
¿Existe una línea de continuidad entre modernidad, posmodernidad e hipermodernidad? ¿Se trata de elementos de un mismo proceso? ¿O nos hallamos ante fenómenos de ruptura?
Para mí, la posmodernidad no es un momento histórico. La posmodernidad es un concepto que no es correcto. No hubo posmodernidad. La modernidad no ha muerto. Estamos en una segunda etapa de la modernidad, que es una sobremodernidad o una hipermodernidad. Se trata de un período que, al mismo tiempo, se prolonga y se establece como una ruptura, porque se trata de un proceso doble.
¿Cómo podemos observar esa continuidad en el caso de la hipermodernidad?
Podemos observarla en la democracia, que existe desde el siglo XVIII, por ejemplo, porque la democracia no es algo de hoy en día. Lo que estamos viendo es una radicalización de la modernidad.
Usted utilizó el concepto de posmodernidad en algún momento de su obra, ¿no es así? ¿Es momento de dar marcha atrás?
Sí, lo utilicé en otro tiempo, pero hoy podemos observar que no es correcto. Hablar de posmodernidad hoy significaría que la modernidad murió. Y no ha muerto, sólo tiene una nueva cara.
¿Cuáles son los roles que juega el cuerpo dentro de los escenarios del hiperconsumo?
Creo que el culto al cuerpo ha ganado una gran expansión y un gran auge a partir de los años ochenta. El cuerpo ha generado un mercado considerable, que se traduce en las prácticas del deporte, los productos al cuidado de la belleza, la cirugía estética, que por cierto se democratiza y se difunde ampliamente. Ese es el primer bloque para una conceptualización del cuerpo bajo los dominios del hiperconsumo. El otro aspecto es el que toca a la exigencia, la angustia que vive la gente de hoy por no soportar el paso del tiempo, ese afán de arreglar el cuerpo, mejorarlo. Ahí donde antes simplemente había una lógica del consumo, hoy todos quieren apropiarse de su propio cuerpo pero, cuidado, porque en el culto del cuerpo también hay una medicalización de la vida, que consiste en una explosión de los gastos médicos, las prácticas de prevención… Hoy no hay que comer grasas, hay que tomar coca light, no hay que fumar: todas esas son manifestaciones del culto al cuerpo.
¿Nos hallamos ante una lógica de control y una lógica hedonista?
El culto al cuerpo proviene de una lógica de control, pero se mezcla con una lógica hedonista a través de todos los deportes de sensaciones, esos deportes en los que uno establece un contacto radical con su cuerpo.
Existe también una lógica hedonista que nos indica fumar y otra que nos lo prohíbe.
Fumar es algo que queremos hacer y, al mismo tiempo, algo que tenemos prohibido. Fumar es bueno y fumar es malo, esa es la doble lógica que se vive en la época del hiperconsumo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario